Dibujaba con lapicera, no pensaba en borrar posibles errores o imperfecciones. Era un niño.
Hacía los ruidos de los tanques y las ametralladoras, las explosiones, los monstruos, los dinosaurios (mi fascinación) y hasta los cavernícolas.
Mi mundo era la fantasía y la aventura, y en ese lugar yo era infinito en mi propia imaginación.
Podía usar las hojas de los dos lados, y llenarlas con soldaditos muy chiquitos y aviones.
Recuerdo aquellas tardes en la mesa circular blanca, con las sillas color naranja.
Cuando mi abuela se despertaba de la siesta llegaban los elogios, los mimos y el mate cocido con pan con "patefuá".
Había flores en el patio, y en el viejo galpón, estaban mis bolsas con soldaditos, y mis fuertes y aviones de madera, hechos magistralmente por mi abuelo Tino.
Hoy, desde el hombre que soy, recuerdo...
5 comentarios:
Que lindo dibujo! jajaja re tierno.
Y que lindos recuerdos seguramente.
Un abrazo grande Diego
te abrazo amigo, me hiciste acordar el cariño a mi abuela...
dibujar con los abuelos es algo muy copado! yo lo sigo haciendo!
Una preciosura!
Lo más los abueslos, cuántas cosas vienen a la cabeza, eh :)
Amor por los recuerdos, por los detalles, por lo que nos hace sentir vivos. Hermoso dibujo, hermosas palabras.
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